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miércoles, 19 de agosto de 2015

LOS INNOMBRABLES. CICLO CERO, UN COMIC DE YANN Y CONRAD QUE NOS TRAE DIBBUKS

Con este cómic viajamos a los orígenes de dos artistras francobelgas ya consagrados en el noveno arte: Yann y Conrad dibujaban, allá por la década de los 80, las primeras aventuras de este trío de soldados granujas, indisciplinados y macarras que se hacían llamar Los innombrables.



Los que llevan ya unos años en esto de los tebeos tal vez les suene este título, y es que efectivamente la editorial madrileña ya publicó entre 2006 y 2009 los tres primeros álbumes de esta saga que en el país vecino la componen doce tomos. Los innombrables (Les Innommables en Francia) supusieron uno de los primeros pasos de Yann y Conrad en el mundo del noveno arte. De hecho, entre los extras que incluye este integral (¡32 páginas!) los autores relatan cómo se conocieron y de dónde surgió aquella chispa que hizo (por fin) saltar por los aires la realidad que "sufrían" y decidirse a luchar por su sueño de vivir de hacer tebeos (más tarde y ya una vez logrado, ambos se darían cuenta de que ese deseo está un tanto "sobrevalorado"; pero bueno, un poco como todo, supongo).

Didier Conrad tal vez haya sonado un poco menos en nuestro país, pero baste con decir que es el encargado de los pinceles en los nuevos álbumes de Astérix, trabajo que no creo que le dieran a un tipo cualquiera. De Yann, por su parte, hemos podido disfrutar bastante más por estos lares y buena prueba de ello son títulos como Pin-up, Whaligöe (reseñado AQUÍ), El piloto del Edelweiss (el cual fue una tremenda decepción para mí y un claro ejemplo de que un dibujo que quita el aliento no es sinónimo de un buen cómic), Poison Ivy, Spirou. El botones de verde caqui (reseñado AQUÍ) o Diente de Oso. Es curioso lo que pasa con estas cosas y la perspectiva que le queda a uno tras leer la evolución de un guionista "del revés"...


¡Vamos al meollo del asunto! Los innombrables. Ciclo Cero recopila los dos primeros álbumes de la colección, uno inédito en nuestro país y otro ya publicado en 2006 por Dibbuks. Nuestra pandilla de trápalas y vagos pertenecen al ejército de los EEUU y se pasan todo el día en el calabozo del cuartel por méritos propios. Sin embargo, lejos de ser esto un inconveniente, Mac, Tony y Tim viven en su salsa, habiendo montado toda una sala de estar en la supuesta "celda". ¿Qué podría salir mal? Bueno, he olvidado comentar un detalle...Estamos en 1945, ¡y la II Guerra Mundial acaba de terminar! Nuestro trío de protagonistas es desmovilizado y se ven obligados a trasladarse a Nueva York para buscarse la vida. Primero fundando una agencia de detectives y luego viajando a Borneo para una operación de "rescate", este hatajo de patanes se verán envueltos en más de una aventura cargada de humor negro (del fácil), situaciones hilarantes y crítica social y política.

Yann teje un guión de aventura humorística repleto de clichés y las viejas fórmulas cómicas (normal teniendo en cuenta su tiempo) en las que se entremezclan malentendidos, golpes fortuitos, el típico secundario carente de neuronas, un evidente desprecio hacia toda moral y una cuadrilla compuesta por el fuerte estrecho de miras, el listo desmotivado y el enano irascible. En este tomo hay, para mí, un "ganador" claro (además de Conrad, evidentemente): Shukumeï, el segundo álbum que integra la obra. En este arco argumental viajamos a Borneo, a una frondosa y lluviosa jungla en la que los caricaturescos pinceles de Didier toman un cariz algo más maduro en lo que respecta a escenarios, jugando con las sombras y una paleta de colores más fría que reduce la cantidad de humor y sarcasmo a unos niveles ya más "manejeros". Por su parte, Yann relata una historia que, si bien mantiene el tono caricaturesco principal, se ve bastante más rodada y con un aliciente mayor que ver la próxima gamberrada o el siguiente fracaso chistoso de los malos por acabar con nuestro Trío.


En conclusión se trata de un cómic que gustará a todo aquel que agradece las aventuras en las que el humor pasa a ser el eje central entorno al que giran el resto de acontecimientos y subtramas. Por el contrario, si te pasa como a mí y gustas más de los cómics de aventuras en los que el humor, sarcasmo y crítica social hacen acto de presencia pero sin nunca salirse de su tiesto, este tomo te resultará una lectura un tanto infantil y excesivamente cómica en su primer arco que subirá muchísimos puntos cuando viajes a Borneo. ¿Merece la pena esa "transición"? Eso es algo que deberéis juzgar vosotros mismos; para mi, sí, aunque sin duda el arte de Conrad tiene gran parte de la "culpa"...

¡La lectura enriquece el alma!

Dani S.