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jueves, 30 de julio de 2015

BRASS SUN 1. LA RUEDA DE LOS MUNDOS, UN COMIC DE EDGINTON Y CULBARD QUE NOS TRAE ECC

Otra suculenta ración de aventura y ciencia ficción con ciertos toques steampunk y una misión de la que depende el Sistema Solar al completo; ¿se puede añadir algo más a esta ecuación? ¡Oh!, ya lo creo: planetas destruidos, una Iglesia totalitaria, mundos habitados por criaturas que desafían la imaginación, un sistema de interconexión planetaria que simula los engranajes de un reloj y lo más importante...Un Sol que se "muere".

¿Qué nos espera tras este Brass Sun?



Este cómic que nos trajo Ecc el pasado junio vino con una gran carta de presentación bajo el brazo: Proveniente de la prestigiosa revista inglesa 2000AD, esta historia la firman dos conocidos ya en nuestro país como son Ian Edginton y I.N.J Culbard, autores de la tetralogía de novelas gráficas de Sherlock Holmes, editada aquí por Norma Editorial (teneis la reseña de esta colección AQUÍ), entre otras cosas.

Guardo un grato recuerdo de dicha saga del famoso detective creado por Arthur Conan Doyle, tanto a nivel gráfico (un estilo cartoon y serio que le venía tremendamente bien) como en lo que a ritmo, desarrollo y proyección de la trama se refiere, por lo que en cuanto ví a estos artistas de nuevo juntos no me lo pensé demasiado; sin embargo, sí hay evidentes diferencias tanto en uno como en otro en lo que respecta al modo de transmitir y expresar esta nueva historia "espacial". Por un lado, Edginton cambia su forma de narrar en este cómic, siendo aquí el misterio algo que se nos va desvelando conforme avanzamos en la lectura, al contrario de lo que pasaba en Sherlock Holmes, en el que el caso y su solución se explicaba al final de cada tomo. Además, en Brass Sun Edginton nos regala pequeñas escenas que espurrea por los capítulos a fin que conozcamos la motivaciones de los distintos personajes secundarios, sus orígenes e intenciones, de modo que siempre solemos ir un paso por delante de nuestros protagonistas, cosa que (evidentemente) no pasaba teniendo a Holmes como punta de lanza.


Por otro lado, el dibujo de Culbard también experimenta algunos cambios entre las dos obras: el cambio de papel mate a satinado hace de la paleta de Sherlock Holmes una más apagada y fría, acorde con el ambiente que en su momento se quería reflejar en ese Londres victoriano. A esto ayuda, por supuesto, el hecho de que los colores en Brass Sun son mucho más intensos y cálidos, puesto que estamos hablando de una trama de ciencia ficción frente a otra policíaca. Por último, otra diferencia que salta a la vista es la disposición de las viñetas: En Sherlock no encontrarás ni una sola superpuesta ni tampoco páginas con doble fondo, muy al contrario de lo que pasa en Brass Sun; sin duda, otro detalle que acrecenta ese cambio radical de género entre ambas obras.

Disculpad que me haya extendido (seguramente) más de lo necesario en esta comparación, pero me ha resultado interesante hacerla visto no solo los cambios entre ambos cómics, sino la importancia de los mismos cuando se trata de completar ese "todo" que debe ser un álbum y, por ende, una obra.


Brass Sun es uno de los cómics, de los últimos que he leido, que derrocha más imaginación en su punto de partida, y es que la premisa de la que parte Ian Edginton no es moco de pavo: Nuestro Sistema Solar es un compendio de engranajes que funciona como un único mecanismo (un reloj), encontrándose el Sol en el eje central de dicho aparato. Su creador, el "relojero ciego", dispuso todo para que entre todos los planetas del engranaje hubiese equilibrio, pero un fallo en el circuito ha hecho que este se vaya ralentizando a medida que pasa el tiempo. Como consecuencia de ello, los astros más alejados a la Estrella han quedado ya congelados y es cuestión de tiempo que todo el Sistema se suma en una inabarcable oscuridad helada. Es aquí donde entra en juego nuestra protagonista: Wren, una chica inocente y rebelde, que recibe la misión más importante de todas de manos de su abuelo: Buscar las piezas de una llave capaz de reiniciar el mecanismo del Sol y, con ello, evitar el trágico desenlace; sin embargo, una Iglesia que haría temblar a la Inquisición está convencida que todo lo que está pasando es voluntad de Dios y, por tanto, todo el que intente interferir en los planes del Señor debe ser neutralizado...y purgado en la hoguera.


A partir de aquí, a lo largo de 202 páginas se suceden una serie de viajes por diferentes planetas inhóspitos y culturas para todos los gustos, en los que Wren y los compañeros que irá encontrando por el camino deberán vérselas y deseárselas para conseguir todas y cada una de las piezas del puzle. Edginton demuestra con este cómic que la verdadera creatividad no está al alcance de todos (ni mucho menos), mezclando en su "space opera" matices steampunk, robots asesinos, piratas estelares, criaturas que desafían las leyes de la física y hasta máquinas con inteligencia artificial; toda una declaración de intenciones con un mensaje muy claro: cuando de lo que se trata es de crear o transformar, no hay límites ni cadenas para la imaginación, salvo las que uno mismo quiera ponerse, ¡y lo mejor es que no peca del manido "quien mucho abarca, poco aprieta"!

Por su parte, Culbard se desenvuelve como pez en el agua entre los desvaríos de su compañero, ilustrando algunas viñetas como quien se sabe insustituible. Si he de poner un pero al cómic, creo que sería que algunas secuencias, por cortas, quedan casi carentes de significado, y otras, por ahorrar en páginas, cierran la escena de un modo un tanto brusco, pero ya os digo: Son las que menos y están más que contadas.


Este Brass Sun se disfruta tanto si te gusta la fantasía, como si te gusta la temática espacial o la aventura con matices steampunk. Es todo esto y mucho más: una lectura intensa, creativa y muy adictiva, y es que cuando un tebeo te muestra que no tiene techo, solo queda preguntarse...¿¡Para cuándo el segundo!?

¡La lectura enriquece el alma!

Dani S.