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lunes, 8 de septiembre de 2014

MOBY DICK, UN COMIC DE JOUVRAY Y ALARY PUBLICADO POR DIBBUKS

La semana pasada salió a la venta esta última adaptación gráfica de la novela superventas de Herman Melville. Llevábamos ya bastantes meses en ascuas todos los que somos fieles del cómic europeo y, particularmente, de Pierre Alary, y aunque la lectura del cómic me ha quitado esa espinita, se trata de la obra más floja del francés para mi gusto.

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Creo que apenas quedará gente que no conozca o, al menos, haya oído hablar de Moby Dick, la grandiosa ballena blanca, y no lo digo solo por la fama de la criatura de Melville, sino por las numerosas adaptaciones que se han hecho de la novela. Sin ir más lejos, en el mundo del cómic ya existen múltiples adaptaciones, entre las que citaremos por ser de las más recientes la de la editorial SextoPiso, otra de Panini publicada en 2012 o incluso una oda espacial cortesía de EDT (antigua Glenat) en la que Pequod se convierte en una nave interestelar y nuestra Ballena toma la forma de un grandísimo cometa (eso sí, blanco).

He citado solo tres de ellas para ilustrar el hecho de que la competencia es ferviente en este punto. No solo vamos a leer un tema ya descubierto, sino una historia contada y recontada hasta la saciedad. Este es el punto desde el que partía el cómic de Olivier Jouvray (Lincoln) y Pierre Alary (Belladona, Simbad, Silas Corey). Para mí, el principal aliciente (además de que la lucha Hombre contra Animal Gigantesco y Habitante de las profundidades siempre es de agrado) era volver a disfrutar de la calidad de un dibujante como Pierre por motivos obvios: A nada que Jouvray haga un trabajo fiel a la novela el guión será, cuanto menos, adecuado y correcto, por lo que el peso de la balanza recae esta vez (en mi opinión) sobre los lápices de un artista ya consagrado y del que me he declarado anteriormente un ferviente seguidor (Reseña de Silas Corey).

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Lo que evidentemente no podía imaginar es que bajo un guión en su línea el trabajo de Alary es el más flojo de todos los que ha hecho. No me malinterpretéis: su trazo Disney sigue los pasos de sus anteriores cómics, pero ese aire de suciedad y desasosiego que le ha querido dar a los dibujos en pos de una fidelidad para con las oscuras profundidades de altamar me ha resultado por momentos hasta molesto, y es que los personajes y escenarios en bastantes viñetas pierden mucho detalle, difuminado entre colores muy tristes y pálidos. Tengo claro que no todo va a ser colorido como Simbad en esa jungla de pájaros, pero el color en este caso (obra del propio Pierre al contrario que en sus anteriores tebeos) ha sido para mí el gran fallo de esta iracunda aventura. Si es que hay momentos en que las barbas de algunos de los protagonistas como el propio Ismael quedan reflejadas en el papel como simples rayajos sobre la cara.

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Por su parte, las críticas que en su momento leí o, más bien, ojeé (mi nivel de francés no es ni por asomo como yo quisiera) en Blogs franceses sobre el trabajo de Jouvray eran totalmente acertadas. Un guión sin grandes sobresaltos y bastante lineal, escrito por y para el personaje estrella de la novela: Ahab, el capitán del Pequod. La cabezonería, obsesión y sed de venganza de este hombre no tienen parangón, y eso es algo que queda totalmente reflejado en el guión de Olivier.  

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En conclusión; no sé si por el bombo que yo mismo me había creado con este cómic y por mi fe ciega hacia el trabajo de Alary, o por el muy buen sabor de boca que cómics como Simbad o Silas Corey (del cual la segunda parte cada día está más cerca) me habían dejado, pero he sido especialmente crítico con esta obra. No quiero que os quedéis con una idea equivocada sobre mi parecer: Es un cómic bastante entretenido, que se lee en un santiamén y que se disfruta y mucho. Simplemente si el color y el aire que Pierre había imprimido en sus otras obras me había parecido de diez, en Moby Dick ha bajado al notable raspaete. Un último apunte: Hubiera estado dispuesto a pagar esos seis euros de diferencia entre éste y Silas con tal de que fuera del mismo tamaño, puesto que creo que este tamaño para un arte como el del francés es un crimen (en Francia salió al mismo tamaño). A cambio, 18 euros por 122 páginas en tapa dura. Que cada uno decida. Yo, no me arrepiento de tenerlo, pero el recuerdo que me queda no es ni mucho menos el que me hubiese gustado.

¡Un saludo!

Dani S.