¡Nuestras últimas entradas!

viernes, 11 de noviembre de 2016

CUADERNOS JAPONESES, UN COMIC DE IGORT

IGORT es un autor de cómic italiano que lleva mucho tiempo en el oficio y es toda una institución en su país, donde goza de un prestigio bien merecido, logrado con una carrera muy sólida y variopinta.



Del mismo autor he leído sus Cuadernos Ucranianos (Sins Sentido) reseñado AQUÍ, que es todo un ejercicio de periodismo gráfico de corte histórico muy bien documentado, y Fats Waller con guión del argentino Carlos Sampayo (Sins Sentido), que es una biografía novelada del gran músico de jazz, y estoy pendiente de hacerme con sus Cuadernos Rusos (Salamandra Graphics).

Cuadernos japoneses mantiene el nombre de anteriores Cuadernos pero tanto su estructura como el objetivo del autor son muy diferentes. Se podría calificar como una sucesión de estampas, recuerdos e impresiones acerca de su relación con Japón a lo largo de los años.


El autor mantiene cierta coherencia temporal en la obra, porque comienza el relato con sus primeros acercamientos a la temática japonesa y su primer viaje a Japón, pero a partir de ahí intercala los episodios biográficos con semblanzas de personajes que considera interesantes, anécdotas o explicaciones de todo aquello que le interesa o impresiona. Así nos introduce en personajes históricos, costumbres ancestrales y acontecimientos relevantes sin obviar temas polémicos para los occidentales, su visión de la violencia o la situación de la mujer respecto al hombre. Todos y cada uno de los capítulos tienen interés. Igort se muestra como un verdadero genio en el manejo de las palabras y su combinación con el dibujo, tanto en los textos explicativos como en el uso de herramientas propias del cómic como los bocadillos.

Para un amante de los cómics es especialmente interesante cómo detalla sus relaciones con su editor japonés y explica el método salvaje de trabajo y producción en el manga, o la creación y el éxito de su manga Yuri acerca de un niño robot. Resulta memorable asistir a su conversación con Jiro Taniguchi o su visita al estudio Ghibli de la mano del gran Miyazaki.


El dibujo es marca de la casa, realista pero siempre sugerente, con un uso del color majestuoso que acompaña cada página como parte del contexto y del fondo. El autor intercala cuando lo considera necesario viñetas de sus propios cómics y mangas, estampas japonesas o fotografías, haciendo honor a su calificativo y aroma de cuaderno de notas.

Las hojas respiran desde la primera a la última una devoción y un cariño patente, y eso se traduce en la creación de una obra especial, de difícil clasificación pero muy emocionante e intensa.


Finalmente decir que la edición es perfecta, en tapa blanda semejando a los mangas y con un papel de gran calidad que huele a libro bueno.

No quiero extenderme porque considero que lo ideal es acercarse a esta obra sin ideas preconcebidas y dejarse llevar de la mano de Igort a conocer su Japón, desde la percepción personal y parcial de un enamorado que ha gozado y disfrutado con cada página y con cada letra.

Miguel.