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viernes, 28 de septiembre de 2018

EL INCAL, UN COMIC DE ALEJANDRO JODOROWSKY Y MOEBIUS QUE NOS TRAE NORMA EDITORIAL

1980. EL CHILENO ALEJANDRO JODOROWSKY Y EL FRANCÉS JEAN GIRAUD -MOEBIUS YA ENTONCES- COMIENZAN UNA SAGA QUE SE GRABARÁ A FUEGO EN LOS ANALES DE LA HISTORIA DEL NOVENO ARTE Y, MÁS CONCRETAMENTE, EN EL GÉNERO DE LA CIENCIA FICCIÓN FRANCOBELGA.

CON MÁS DE UN MILLÓN DE EJEMPLARES VENDIDOS HASTA LA FECHA, Y TRADUCIDA A MÁS DE VEINTE IDIOMAS, EL INCAL ES EL CÓMIC EUROPEO MÁS LAUREADO DE ESTOS ÚLTIMOS CUARENTA AÑOS.

AQUÍ, MI HUMILDE RESEÑA DE UN MITO.



Estoy seguro que, tanto si llevas ya lustros y lustros coleccionando cómics como si acabas de llegar a este rico mundo hace solo unos meses, es muy probable que hayas oído hablar de El incal. Para muchos, EL ADALID del cómic europeo de estas últimas décadas y todo un hito que supuso un antes y un después en la ciencia ficción. Una obra que rompió esquemas, amplió los límites que se le suponían al medio y supuso la gran explosión creativa de sus dos autores, Alejandro Jodorowsky (La casta de los Metabarones, Bouncer) y Moebius (El garaje hermético, Arzak, El teniente Blueberry).

Contarte de qué va El incal, siendo fiel a la sinopsis de la editorial para no hacer ningún siempre indeseado spoiler, es fácil; ahora bien, contarte TODO lo que hay detrás de esa supuesta aventura interespacial... eso es algo más complicado, aunque, como todo, empecemos por el principio.

Esta saga, recopilada por Norma Editorial en un integral en varias ocasiones -una con una reactualización de color infame, otra con el color original y otra con casi 100 páginas de extras-, nos pone sobre los pasos del detective de poca monta John Difool y su pajarraca mascota, Deepo. Sin comerlo ni beberlo, nuestro protagonista se topará con un misterioso objeto de poder insondable, el Incal Luz, lo que le colocará en el punto de mira de una conspiración interplanetaria que busca acabar con todo el universo. 
Una de las viñetas míticas de El incal; toda una sobrada de Moebius... y una carta de presentación.

A partir de esta idea -bastante típica, a priori- Jodorowsky y Moebius despliegan su magia: un mundo futurista de una riqueza abrumadora, con razas de todo tipo y tamaño, pueblos y naciones concienzudamente desarrollados, galaxias tan intangibles como corrompidas, castas de guerreros invencibles y fanáticos tecnológicos, todo un compendio de vocablos inventados pero llenos de significado y un absoluto y casi interminable etcétera. No en vano, de esta saga madre luego aparecerían otras como Antes del Incal, Después del Incal, Final del Incal, Los tecnopadres o La casta de los metabarones (¡para que veas lo que ha dado de sí -y sigue dando- el universo creado por estos artistas!).

No es mi intención abrumarte aquí, pero baste con saber que, aún hoy, cuando han pasado treinta años desde que finalizara la saga original con su sexto álbum (1988), sigue sin haber quien le haga sombra en lo que respecta a la variopinta fertilidad de su universo, galaxias y sistemas solares.

Pero Jodorowsky no quiso detenerse aquí, en un universo súper imaginativo y con sentido, sino que le dio a su obra maestra toda una ristra de mensajes velados y simbología en consonancia con distintas religiones, mitologías y ocultismo, siendo los conceptos del Ying y el Yang y el misterio del Tarot los máximos canalizadores de dichas reflexiones. De hecho, el propio autor definió a su protagonista, John Difool, con la carta de El loco de dicha baraja.


No te voy a engañar. El incal no es una lectura fácil, y tampoco para todos los públicos -aunque supongo que ya has llegado a esa conclusión por lo leído hasta ahora-. La intachable narrativa gráfica de Moebius encaja a la perfección con el guión del psicomago chileno, lo que hace que su lectura sea amena, a pesar de todo. Amena, pero no fácil. Jodorowsky no repara en explicarnos cómo funciona su universo o qué significado albergan los conceptos a los que da vida. Esa es una tarea que compete al lector, lo que también garantiza, al fin y al cabo, que el mensaje que recibimos sea puro, sin filtros.
Digamos que El incal es una obra que admite y necesita de sucesivas relecturas para poder captar toda su esencia. Es una de esas historias que, por más veces que la leas, siempre descubres algo nuevo: un nuevo enfoque, un nuevo guiño, un nuevo símbolo... Puedes conformarte con leerla como si de una aventura de ciencia ficción pura y dura se tratara porque, al fin y al cabo, así lo es, pero también puedes ir más allá y adentrarte en su maravilloso y desafiante universo. Preguntarte por qué aquel ser está hecho de oro macizo, por qué a esos los llaman Neosocialiks, el porqué de que su alteza imperial sea un andrógino llamado Emperoratriz, por qué la casta de los tecno-tecno tiene un abdomen negro levitador, por qué tiene color la semilla de la revolución o por qué la protorreina Berg ama cuando deja de odiar...

Porque, como ya dijo alguien una vez, lo realmente interesante no siempre son las respuestas -de esas puede haber miles-, sino LAS PREGUNTAS. Y El incal está lleno de preguntas para los que disfrutan de las lecturas más profundas.

La lectura enriquece al alma,

Te dejo la comparación entre la edición original -derecha- y la que lanzaron con el color "actualizado" -izquierda-. ¿¡Pero a quién c#&!! se le ocurriría tal sacrilegio!?

Dani S.