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viernes, 26 de octubre de 2018

JEREMIAH. INTEGRAL 2, UN COMIC DE HERMANN QUE NOS TRAE PLANETA

Continúo reseñando una de las grandes sagas de uno de los grandes autores de Francia, Jeremiah, de Hermann Huppen.

Este segundo integral recopila otros tres álbumes de la saga -del cuarto al sexto-, y nos trae más raciones de western postapocalíptico, acompañadas por vez primera por unos toques de ciencia ficción y terror.

¿Conclusión?



Este segundo integral mantiene el mismo formato que ya te comenté en la reseña del primer tomo de Jeremiah de Planeta, aunque las aventuras aquí recogidas distan mucho de lo que encontré entonces.

En primer lugar, nos encontramos con Los ojos de fuego, una historia que continúa sin salirse en exceso del redil westeriano que tan cómodo le resulta a Hermann, aunque, como ocurriera en el tercer cómic -Los herederos salvajes-, el artista francés va aportando personajes y momentos que evidencian el hecho de no encontrarnos frente a una trama del oeste al uso, sino ante un verdadero "west-postapocalipsis".

Tras este cuarto número, le llega el turno a Un cobaya para la eternidad, cómic en el que Hermann da un giro de 180º hacia la ciencia ficción pura y dura. Aquí, nuestros protagonistas, Jeremiah y Curdy, se topan con unas extrañas instalaciones científicas y sus maquiavélicos laboratorios de juventud eterna. Aunque, como veremos más adelante, tan solo se trata de un cambio de tercio momentáneo, puesto que el autor no tardará en volver a su escenario favorito.


Por último, La secta nos presenta a nuestra pareja en el papel de guardaespaldas de un convoy de personajes adinerados, que se tendrán que ver las caras con los bandidos del camino y, como su nombre indica, con los fanáticos religiosos de una secta violenta. En este último álbum Hermann hace todo un alarde de virtuosismo gráfico, tanto en distancias cortas como cuando se trata de retratar las decadentes ciudades en ruinas, o los pueblos sumidos en la niebla e iluminados tan solo por el fuego de las antorchas y la purificación.

En general, y salvando la evidente y positiva evolución gráfica del artista -que parece no tener techo-, este segundo integral de Jeremiah me ha resultado, en términos generales, inferior a su antecesor. En Los ojos de fuego el autor tuvo a bien no explicar el origen de algunos personajes interesantes, lo cual creo hubiera arrojado más luz al conjunto. Un cobaya para la eternidad es, de largo, el número mejor desarrollado de este recopilatorio. Pero, sin embargo, La secta adolece de un final poco creíble, donde las casualidades se suceden una tras otra sin apenas sentido.


Lo dicho: pese a todo, Jeremiah 2 sigue leyéndose con cierta admiración -principalmente por el apartado gráfico-, y continúa enarbolando la bandera del Hall of fame francobelga. ¡Nos leemos en el tercero!

La lectura enriquece el alma,

Dani S.