Principios del siglo XIX. Napoleón es dueño y señor de medio mundo... aunque no por mucho más tiempo.
Una chica de familia bien posicionada se ve obligada a partir rauda de París hacia las costas de la multicultural Luisiana. Le acompaña un peligroso y valioso secreto, un guardaespaldas egipcio y, pisándole los talones, agentes enemigos de Inglaterra y Prusia.
Un joven chaval, Joaquín, toma la peor de las decisiones posibles: fugarse con el dinero y la querida de su jefe, uno de esos tipos con los que es mejor no cruzarse en la vida, Santo Trafficante Jr.
Saga de fantasía medieval que comenzó su andadura en nuestro país allá por 1984, Percevan recoge todos los ingredientes que hicieron enamorarse de esta temática a lectores de cómics jóvenes y no tan jóvenes.
Hoy reseño su primer ciclo, compuesto por los álbumes Las tres estrellas de Ingaar y El sepulcro de hielo.
¡Porque hay clásicos que siempre deben estar en boga!
Una aventura coral, compuesta por cuatro álbumes y recopilada aquí en un único integral.
Y una historia que tiñe la colonia de la Guayana francesa de verde, como el Amazonas, de marrón, como las aguas que recorren sus tierras, de dorado, como el oro que se esconde bajo el barro, y de rojo, como la sangre.
La cuestión es que se trata de un tipo que recorre la Autopista Tricontinental en su camión, transportando mercancía más o menos peligrosa para ganarse la vida.
Ah, sí, me olvidaba. ¿Autopista Tricontinental? Bueno... Nos encontramos en un futuro cercano, pero incierto, en el que el cambio climático ha terminado por desestabilizar un mundo diezmado por la escasez de recursos, la guerra y un capitalismo feroz.
Para colmo, un agujero en la capa de ozono impide todo vehículo aéreo, así que el transporte se traduce en una inmensa autopista que une continentes y cruza mares congelados.
Una aventura postapocalíptica que forma parte de la historia contemporánea del cómic francobelga:
Hans, del guionista y por aquel entonces redactor jefe de la revista Tintín (1983), Andre-Paul Duchateau, y el dibujante polaco Grzegorz Rosinski, al que más tarde se le archiconocería por ser uno de los genios de Thorgal, junto a Jean Van Hamme.
Con el fin de protegerlo de un final de sobra conocido, el abuelo de Yoshi lo confía a un amigo y maestro tatuador, que lo saque de las bandas callejeras y le enseñe un oficio ancestral con el que ganarse la vida.
Sin embargo, algunos clientes del maestro tatuador resultarán ser más peligrosos que cualquier banda callejera...
Como pasa con otros géneros, como la ciencia ficción o el bélico, cuando uno se acerca a un cómic catalogado como western, presupone unos ciertos rasgos propios; unos rasgos que pueden gustarle o no.
En la mayoría de los casos, esta categorización nos ayuda a elegir entre unas u otras obras. Si a ti te gusta el western, este cómic de Loo Hui Phang y Frederik Peeters, de primeras, tiene más posibilidades de gustarte que otros de un género que no te simpatice tanto -se supone-.
Sin embargo, lo realmente interesante ocurre cuando las cosas son distintas a lo que parecían iban a ser: es ahí cuando ocurre... la MAGIA.